El Hierro, la pequeña gran reserva del Atlántico
Fotos: Cabildo Insular de El Hierro - Toño Perera - Imeldo Bello
La Red de áreas protegidas de la isla de El Hierro al amparo de la ley de Espacios Naturales de Canarias, recoge las mejores muestras y manifestaciones del monte verde, el fayal-brezal, los sabinares o los cardonales y tabaibales así como los hábitats de especies amenazadas entre las que se incluye el famoso lagarto Gigante de El Hierro y la abundante y variada avifauna presente. Incorpora igualmente enclaves paisajísticos y monumentos geológicos excepcionales, tales como grandes acantilados o manifestaciones de lavas cordadas de gran belleza plástica.
Pero tratándose de una isla, los herreños no podemos olvidarnos del mar, surgiendo así la Reserva Marina de Pesca de La Restinga, impulsada por los propios pescadores, siendo en la actualidad un auténtico modelo de gestión pesquera sostenible.
El Hierro posee además un paisaje humanizado realmente singular y posiblemente de los mejor conservados de Canarias. Los sucesivos episodios de la apasionante historia insular han ido jalonando el territorio de múltiples hitos que aún hoy permiten entender, como en un libro abierto, el complejo proceso de adaptación de sus habitantes a esta tierra. Desde las cuevas y recintos de los primitivos pobladores, los bimbaches, con su curiosa y sorprendente organización espacial, hasta la configuración del hábitat tradicional herreño, se perfila una isla plasmada de hondas sugerencias. Un lugar donde aún encontramos, por ejemplo, vestigios de la rica cultura tradicional del agua con sus aljibes, albercas, pozas, guársamos y eres, o una gran profusión de grabados y yacimientos prehistóricos como los de El Júlan. Por todo ello no es
de extrañar que junto a la necesaria protección y gestión de estos paisajes naturales y abundante patrimonio histórico, los herreños hayamos apostado por la idea de reconocer todas estas manifestaciones como un activo básico de desarrollo hacia el futuro. En este contexto es donde se desarrolla una estrategia turística innovadora, de calidad y respetuosa con los recursos.
Frente a otros productos convencionales, despersonalizados y rígidos de sol y playa, El Hierro se ha inclinado por una oferta de baja densidad basada en una hábil administración de sus recursos, priorizando el control local de la explotación turística. Una política que está dando buenos resultados y excelentes ejemplos de la cooperación del turismo a favor del desarrollo sostenible y de la conservación. Esta idea de coexistencia se manifiesta en iniciativas como la recuperación de la vivienda rural deteriorada, para su uso como alojamiento turístico, o la creación de centros de visitantes como el Lagartario o el Ecomuseo de Guinea, donde la actividad turística se convierte en un factor complementario a la salvaguarda de especies y la recuperación del patrimonio histórico.
Las nuevas ideas y proyectos siguen esta esperanzadora línea de fusión, una marca que se puede observar en iniciativas como la casa del Aguardiente en Frontera, orientada a la recuperación de la cultura del vino, la creación del centro de interpretación en el Faro de Orchilla, histórico meridiano cero, la ventana al mar de La Restinga, el Parque temático del Agua Garoé o el Centro de visitantes de El Julan.
Un conjunto de actuaciones presididas por la idea de la calidad, el respeto y la integración, como bien expresó la mano creadora de César Manrique en el Mirador de la Peña, en la zona norte de la isla.
Con sus 278 kilómetros cuadrados y sus casi 10.000 habitantes, El Hierro es un verdadero paraíso perdido. La gran desconocida de las Canarias ha sabido preservar su gran riqueza cultural y medioambiental. Hoy el 60% de su territorio está protegido por Ley y su economía se sustenta en un modelo de desarrollo sostenible aplaudido a nivel internacional.
