Rincones del Atlántico

Poemas de Nicolás Estévanez

Canarias

I

Un barranco profundo y pedregoso,
una senda torcida entre zarzales,
un valle pintoresco y silencioso,
de una playa los secos arenales;
Un cabrero en la cumbre que silbaba,
una bella pastora que corría,
una rústica flauta que llenaba
los riscos y las grutas de armonía;
En el aire reflejos y cambiantes,
en el cielo colores trasparentes,
en la noche luceros rutilantes,
crepúsculos brillantes y esplendentes;
Un gallardo mancebo en la montaña
que las cabras monteses perseguía
en la cima del monte una cabaña
y un torrente que al valle descendía;
Tales fueron los goces fugitivos
de cien generaciones ignoradas;
éstos fueron los cuadros primitivos
de las risueñas islas Fortunadas.





Monólogo Campesino

El sol me pertenece, el aire es mío,
no me tasan el agua porque abunda
en claras fuentes y en el ancho río;
¿y no es mía la tierra que fecunda
mi labor incesante y fatigosa?
¡Me arrebatan las mieses que he segado,
y se las lleva gente perezosa
que vive sin dolor y sin cuidado!
¡Tras de quitarme el pan que se me debe,
arrancarme los hijos que me ayudan!
¡Y nos llaman soez, inmunda plebe,
y si estamos vestidos, nos desnudan!
Para vivir nos falta un elemento
detentado por leyes inhumanas:
con la tierra nos roban el sustento...
¡y respondemos con protestas vanas!
Pero la plebe ha de cansarse un día
De prorrumpir en quejas inocentes
¡Para acabar con tanta villanía
no basta con las uñas y los dientes!

VII

La patria es una peña,
la patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras.

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas.

A mí no me entusiasman
ridículas utópias,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia.

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras.

A mí no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas.

La sangre de mis venas,
a mí no se me importa
que venga del Egipto
o de la razas célticas y godas.

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ellas
hasta que el mar inunde aquellas costas.

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza.

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora.





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