Casas con cubierta de madera: Un tipo de vivienda
tradicional en el norte de La Palma
El presente
artículo es una síntesis del trabajo realizado como conclusión del Máster
Internacional en Conservación del Patrimonio, realizado en el CICOP durante el
año 1999/2000. Este estudio se basó fundamentalmente en el análisis y
catalogación de uno de los tipos más interesantes de arquitectura popular civil
de la isla de La Palma: las casas con cubierta de madera, ubicadas hoy día en
los municipios de Barlovento y Garafía, principalmente.
Fernando
Hernández Delgado Arquitecto Técnico
Se trata de un tipo de arquitectura totalmente original en las Islas en la actualidad, cuya génesis no
está totalmente clara, ya que aunque también existen construcciones de
madera en la isla de Tenerife, no tienen las mismas características, pues a
pesar de que la cubierta es, al igual que en el otro caso, de madera, aquí
reciben la denominación de “casas de canales”, según explica Juan Gómez Luis
Ravelo en su artículo “Tipologías poco conocidas de la arquitectura canaria
tradicional. Las “casas de canales” de la comarca de Ycod”. Del mismo
modo que en las del territorio estudiado en La Palma, pensamos que el
aislamiento geográfico, las incómodas comunicaciones y la dispersión del
asentamiento poblacional han contribuido a su conservación, al menos en el lugar
conocido como Miradero Alto, en Icod de los Vinos.
La llegada hasta
nuestros días de esta tipología de viviendas con cubierta de madera, suponemos
que ha estado favorecida fundamentalmente por las pérdidas de población, y en
consecuencia, el abandono que ha sufrido la zona. Arquitectónicamente, han
sido favorables para su conservación las cualidades de los materiales utilizados
en las mismas, principalmente la madera de tea. Aunque en La Palma se producía
teja, pudiera ser que en estas construcciones no fuese utilizada debido a que,
en primer lugar, la abundancia de madera en el territorio y su confortabilidad
supera a aquellas construcciones con tejas vistas desde el interior. También, la
utilización de la madera como material final, reduce el peso y como
consecuencia, los esfuerzos que la cubierta transmite, pudiéndose reducir el
número de pares de la estructura, aumentando la distancia entre ellos. Por
último, cabe pensar que el lugar donde se producía la teja estuviese muy alejado
de estos municipios, y su compra y transporte resultasen complicados.
En general, los materiales utilizados para la construcción de viviendas de madera
en el norte de la isla de La Palma son la piedra, la madera y el barro. La
piedra empleada depende de la geología del entorno, siendo en este caso, la
piedra basáltica de color pardo oscuro, la tipología más frecuente de la zona.
Esta piedra viva es de gran resistencia mecánica y de difícil labra. Por ello se
utiliza en la mayoría de las construcciones toscamente trabajadas. La madera,
empleada en la construcción de las cubiertas y elementos estructurales, es la
comúnmente conocida como madera de tea, ya citada anteriormente. Este tipo de
madera posee algunas propiedades negativas para las construcciones: pérdida en
el contenido de humedad, disminución de las cualidades de permeabilidad,
incremento en el contenido de resinas, grasas y otras sustancias, y mayor
dificultad de trabajo de la madera. En contraposición, la mayor resistencia
frente a los organismos xilófagos (termitas, carcoma o polillas) aumenta la
durabilidad de la madera haciéndola prácticamente incorruptible. Igualmente
resulta positivo, el aumento de su resistencia mecánica frente a esfuerzos
estáticos y su pequeña disminución frente a esfuerzos dinámicos.
Otros
materiales han formado parte de esta arquitectura vernácula con el paso del
tiempo. Entre ellos encontramos, por ejemplo, la cal, la paja, el hierro o el
bronce.
La mayor parte de las viviendas carecen de revestimiento,
incluso hasta de mortero de unión entre las piedras de las paredes. En los casos
en los que el revestimiento se hace notar, se realiza el enjalbegado, blanqueado
con cal sobre una torta de barro, sobre todo entre las piedras de mayor tamaño,
utilizado tanto en el interior como en el exterior de la casa.
El hierro
y el bronce, usados principalmente para herrajes de carpintería, fueron
importados, del mismo modo que para el resto de las islas, posiblemente debido
al incremento del comercio y las distintas influencias llegadas del
exterior.
Los muros de piedra, elemento principal de la estructura de
estas viviendas, con un espesor entre 60 y 70 cm., han sido levantados con
mampuestos de piedras basálticas, labradas despuntando las aristas más
salientes, y calzados por piedras de menor tamaño, las lajas, utilizando en
ocasiones, como única unión entre ellas, el barro, solo o mezclado con paja,
dándole ésta mayor plasticidad a la estructura. En las esquinas de los muros y
en las jambas de los huecos de puertas y ventanas, zonas donde se recibe mayor
esfuerzo, se colocaron sillares engrapados de mayor tamaño y mejor labrados que
el resto, para dar mayor estabilidad a la construcción.
Normalmente, uno
de los paramentos laterales de mayor longitud se conforma a partir de una pared
de arrimo, es decir, se aprovecha el desnivel del terreno para apoyar la
cubierta, en roca o en el muro de un bancal. La pared opuesta puede estar
abierta, si se destina a refugio de ganado, o cerrada, si también se destina
para uso doméstico la parte baja, en el caso de las viviendas de dos plantas.
Los muros de los lados menores se rematan por su parte superior con la misma
inclinación de la cubierta. Cabe destacar que la utilización de la dicha pared
de arrimo está muy generalizada sea cual sea el número de aguas de la cubierta y
el número de plantas de la vivienda.
Existen casos, sin duda los
más interesantes, en que los muros de carga se sustituyen por paredes
hechas con madera, formando un entablonado de intemperie. Las tablas se
colocan de forma paralela al durmiente de su pared, clavadas a pies derechos
situados en las esquinas de la edificación. Así, a medida que se acomodan las
tablas de abajo hacia arriba, van solapándose unos centímetros sobre las
inferiores inmediatas, evitando que el agua se deslice por ellas y entre a la
vivienda.
Normalmente, uno de los paramentos laterales de mayor
longitud se conforma a partir de una pared de arrimo, es decir, se aprovecha el
desnivel del terreno para apoyar la cubierta, en roca o en el muro de un bancal.
La pared opuesta puede estar abierta, si se destina a refugio de ganado, o
cerrada, si también se destina para uso doméstico la parte baja, en el caso de
las viviendas de dos plantas. Los muros de los lados menores se rematan por su
parte superior con la misma inclinación de la cubierta. Cabe destacar que la
utilización de la dicha pared de arrimo está muy generalizada sea cual sea el
número de aguas de la cubierta y el número de plantas de la vivienda.
Existen casos, sin duda los
más interesantes, en que los muros de carga se sustituyen por paredes
hechas con madera, formando un entablonado de intemperie. Las tablas se
colocan de forma paralela al durmiente de su pared, clavadas a pies derechos
situados en las esquinas de la edificación. Así, a medida que se acomodan las
tablas de abajo hacia arriba, van solapándose unos centímetros sobre las
inferiores inmediatas, evitando que el agua se deslice por ellas y entre a la
vivienda.
En cuanto a la construcción de
las cubiertas a dos aguas a partir de la disposición de los muros anteriormente
indicado, decir que consistían, en primer lugar, en la colocación de la cumbrera
apoyada en los vértices de los muros testeros, los de menor longitud.
Perpendicularmente a ella se disponían los pares. Éstos, por un extremo, se
ensamblaban a la cumbrera y, por el otro, podían ir anclados a los mechinales
abiertos en las paredes, o encajados en vigas soleras o durmientes, que recorren
las paredes de mayor longitud por su parte superior y por la cara interior de
las mismas. En último lugar, sobre los pares y perpendicularmente a ellos se
asentaban las tablas, fijándolas mediante clavos al resto del entramado.
Hemos comprobado que la
longitud de las tablas suele ser, en la mayoría de los casos, igual a la
distancia que existe entre las caras exteriores de los muros testeros. Al ser el
elemento de cubrición de la cubierta, se colocaban de tal manera que la tabla
superior montase unos centímetros sobre la inmediatamente inferior a ella,
imposibilitando que el agua de lluvia se filtrase por las juntas que quedarían,
en el caso de colocarse las tablas a tope.
Otra disposición de la
cubierta a dos aguas se daba tras la colocación de la cumbrera de forma similar
a la anteriormente explicada, pero en lugar de situar los pares
perpendicularmente a la cumbrera, se disponían de forma paralela,
apoyándose en distintos puntos del triángulo formado por los muros
testeros, hasta llegar al durmiente o solera situada en los muros de mayor
longitud. En este caso, las tablas descansan por un extremo en la cumbrera,
por el otro en la solera y, al tiempo, en varios puntos intermedios coincidentes
con los pares, realizándose de manera que, en un primer entablonado, la
unión fuese a tope y, en el siguiente, situado sobre el anterior, las tablas
sellasen las uniones de la disposición a tope del primero.
El remate de
la cumbrera se ejecutaba de varios modos. Uno de ellos consistía en la
colocación de medio rollizo. Su lado recto se apoyaba en la cumbrera y la
sección semicircular, colocada hacia arriba, debía verter el agua a ambos
faldones de la cubierta. Otra solución adoptada, fue la utilización de una canal
invertida, es decir, con sección en “U” con su lado abierto hacia abajo, para
proteger la unión de los faldones. Además de los ahora dichos, en el barrio de
Franceses, Garafía, hemos observado el uso de un tipo de remate consistente en
la superposición de tablas en el encuentro de los faldones, para el sellado de
las juntas.
En cuanto a la estructura
portante de la cubierta a cuatro aguas, debemos decir que es similar a la que se
utiliza en los otros tipos de vivienda popular canaria. Se diferencian
únicamente por la existencia, sobre los pares, de tablas puestas siguiendo las
disposiciones explicadas anteriormente y rematando superiormente los muros con
la misma inclinación que tiene el faldón de cubierta. En los lugares donde podía
filtrarse el agua de lluvia se adoptaban las mismas soluciones que para las
techumbres a dos aguas.
Las construcciones existentes
con cubierta a un agua se utilizan, habitualmente, como pajero, refugio para el
ganado, granero, cuarto para los aperos, etc. La cubierta se compone apoyando
los pares por un extremo en una pared de arrimo y por otro en la viga solera,
que se apoya, a su vez, en las terminaciones de las paredes testeras. Existe
también la posibilidad de encontrar pares colocados perpendicularmente a los
muros testeros. Sobre los pares se ponen las tablas de forma similar a las
indicadas para la cubierta a dos aguas, siempre, perpendicular a los pares. Para
el caso de las viviendas de dos plantas, el único elemento estructural que
se añade es el forjado entre ambas. Éste está formado por vigas de madera,
normalmente apoyadas en las paredes de mayor longitud. Se puede dar el caso en
el que aparecen empotradas en mechinales abiertos en las paredes o sobre vigas
soleras. Perpendicularmente a las vigas se sitúa el entablonado, uniendo las
tablas de madera a tope. El resto de la estructura de estas casas es similar a
la descrita para viviendas de una planta.
El conjunto de viviendas de
dos plantas ha sido clasificado en dos tipologías distintas. En la primera
se utilizan como vivienda ambas plantas. En la segunda, la planta alta se
destina a vivienda y la inferior, como lugar para refugiar el ganado, cuarto de
aperos, granero, etc. En este último caso, hemos encontrado una de las paredes
de la planta baja total o parcialmente abierta, colocando una valla con puerta
cancela para evitar que escapasen los animales.
Tanto en las viviendas de una,
como en las de dos plantas, cabe distinguir los siguientes elementos como los de
mayor relevancia. Las escaleras se utilizan para comunicar exteriormente las
distintas plantas de la construcción. Hemos encontrado la existencia de
escaleras de piedra y de madera, éstas últimas con dos zancas para apoyar los
peldaños. Otras veces se aprovecha el desnivel del terreno, accediendo a través
de un camino, para comunicar la planta baja con la alta.
Los tabiques
pueden estar formados por paredes de piedra dividiendo el espacio en planta
baja, dejando huecos de paso entre las dependencias que separa. En las altas,
por paredes realizadas con tablas de madera, unidas a tope y colocadas en
posición vertical.
Las puertas y ventanas son de
pequeñas dimensiones, de forma rectangular y alargadas verticalmente. Son
puertas de madera lisas o planas, formadas únicamente por dos bastidores, un
cabecero y dos o tres tablas ensambladas de forma vertical. Las hojas giran por
medio de quicialeras ancladas en el umbral y por el macho, o bullón, situado en
el dintel. Los tipos de ventanas que se encuentran pueden ser abatibles, de ejes
laterales, de una o dos hojas y, también, la ventana abatible que tiene como eje
de giro su parte superior.
Los pavimentos utilizados en
planta alta están constituidos por tablas de madera, que forman parte del
entramado del forjado, mientras que en planta baja, lo más común es encontrar el
suelo de piedra o tierra apisonada.
Los balcones encontrados se
forman casi por necesidad, para poder acceder a la planta alta de la vivienda.
Utilizan como elemento sustentante las vigas del forjado que vuelan hacia el
exterior de la fachada. En algunas ocasiones, se refuerza el volado con algún
pie derecho, que se apoya en el terreno y va hasta el extremo del mismo. Sobre
las vigas se coloca el entablonado y el antepecho, a partir de tablas colocadas
de forma horizontal o vertical. Al tiempo, hemos observado los realizados con
barrotes de madera sin labra alguna.
El patio de estas viviendas
dispone en su entrada de un espacio regular, formado por piedras y tierra de
manera que el nivel del terreno parezca apisonado.
Cabe destacar por último la
ausencia de elementos fundamentales para el hábitat de estas casas, como pueden
ser los aljibes o los bancos exteriores hechos con piedras adosadas a las
fachadas.
El estado de conservación de
las viviendas con cubierta de madera es muy desigual, jugando un factor
importante su grado de abandono. La situación interior de muchas viviendas se
desconoce por encontrarse cerradas. Las que sí pudimos visitar, encontramos que
su uso era principalmente de trastero o cuarto de aperos, presentando, dentro de
lo que cabe, un estado de buena conservación. Para los elementos de carpintería
no se han adoptado soluciones para mejorar sus condiciones, a pesar de que
muchas puertas y ventanas se encuentran con las maderas agrietadas y con falta
de material, sobre todo en las zonas donde la humedad actúa con mayor fuerza, es
decir, cerca del suelo.
Las paredes de piedra no
presentan habitualmente deformaciones producidas por empujes de la cubierta,
probablemente por su poco peso, aunque sí aparecen grietas verticales cerca de
las esquinas de los muros, posiblemente por cesiones del terreno.
Las cubiertas formadas por
entablonados poseen, en las construcciones abandonadas, patologías relacionadas
con tres aspectos: anomalías o defectos de la madera, causados por los propios
nudos de la misma o el crecimiento de vegetación; agentes bióticos destructores
de la madera: caso de los hongos que se encuentran generalmente en las tablas.
El inicio de la acción de estos hongos pueden dar paso a la pudrición, con
efectos en la madera de mayor degradación. Y por último, destacar la acción de
agentes abióticos en su degradación, como puede ser la causada por la luz solar
que se produce de forma lenta, descomponiendo la celulosa y produciendo su
disgregación. En la mayoría de los casos, los clavos que sustentan las tablas de
madera se encuentran en avanzado estado de oxidación, aumentando de volumen,
agrietando la madera y produciendo, a la larga, que las tablas se descuelguen
del resto, dejando huecos de entrada de agua de lluvia en el interior de las
viviendas.
Las soluciones tomadas por sus
propietarios para reducir los riesgos de filtraciones de agua han sido, en todos
los casos, la colocación de parches formados por planchas metálicas, onduladas o
lisas, que en algunas situaciones llegan a cubrir la totalidad de la cubierta;
también, más recientemente, se ha utilizado la “lámina asfáltica” con la misma
finalidad. En algunos casos, estos añadidos son reversibles, existiendo la
posibilidad de eliminarlos y recomponer la cubierta a su estado original. Otros
añadidos no son tan fáciles de eliminar como, por ejemplo, los que se refieren a
la inclusión de cerramientos con bloques de hormigón o paredes realizadas con
hormigón pobre y piedras.
No quisiéramos concluir sin
hacer hincapié en el hecho de que la realización de este trabajo ha supuesto el
acercamiento a las personas y a la cultura de un pueblo que aún, a pesar del
paso de los años, conserva un patrimonio de considerable importancia. Esperamos
que esto sirva para sensibilizar a las personas que trabajan en los organismos
públicos, competentes en materia de conservación, para que abran sus ojos y
presten mayor y mejor atención a la riqueza patrimonial que existe a su
alrededor, una arquitectura, única en Canarias, que desaparece poco a poco,
arrastrando con ella nuestra historia, cultura y tradición. Aunque felizmente
pudimos comprobar que, al contrario de lo percibido a través de la lectura de
algunas fuentes, hay en el territorio estudiado mayor número de viviendas que
las que esperábamos encontrar, no debemos dejar que las mismas se deterioren
hasta el punto de significar ello su definitiva desaparición.
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