Los jardines botánicos y el reto del cambio climático
David Bramwell
Director del Jardín Botánico Canario ''Viera y Clavijo'' Aunque entre los científicos el tema del cambio climático ha creado mucha controversia y discusión, últimamente hemos visto mucho más consenso sobre la modificación del clima y el calentamiento global. Por ejemplo, ya los científicos están de acuerdo en dos cosas:
1. Que las condiciones climáticas cambian por causas naturales y que el efecto invernadero o la absorción de calor por los gases atmosféricos es uno de los principales procesos naturales del planeta, esencial para la vida en la Tierra. Sin este efecto natural tendríamos en la Tierra una temperatura promedio de -18º en vez de los 14º actuales. El principal contribuyente a este efecto natural es el vapor de agua –las nubes–, y en segundo lugar está el dióxido de carbono, el CO2.
2. La principal causa del calentamiento global, durante los últimos 50 años, ha sido debida a las actividades del hombre. En el caso del CO2, su nivel hace unos 300 años era de más o menos 280 partes por millón y actualmente, por causa de la industrialización en los últimos dos siglos, esta cifra ha alcanzado las 370 partes por millón, probablemente el valor mas alto de los últimos 20 millones de años. Las previsiones para el siglo XXI oscilan entre 490 partes por millón y 1.260 partes por millón. Esto es preocupante porque, según un estudio-modelo de la Universidad de Oxford, la previsión del efecto, al alcanzar las 750 partes por millón, implicaría un aumento de temperatura entre 7 y 11 grados, y en los últimos 25 años el promedio de la temperatura de la Tierra, aunque no uniformemente, ha subido casi medio grado.
Al mismo tiempo, la capa de hielo de la región ártica ha disminuido su área en los últimos 25 años casi un 3% por década y ha perdido un 40% de su grosor en los últimos 50 años.
Más preocupante todavía son los datos sobre los las montañas y los glaciares. Por ejemplo, en el continente de África, en Monte Kenya, el 92% del glaciar Lewis ha desaparecido en el último siglo. La tercera parte de la capa de hielo del Monte Kilimanjaro ha desaparecido en los últimos 12 años y es probable que antes del 2020 no haya hielo en esta montaña. En los Andes de Sudamérica el glaciar Qori Kalis está retrocediendo unos 30 metros por año y en la Patagonia el retroceso en algunos glaciares, durante los últimos 13 años, ha sido de 1,5 kilómetros. La subida del nivel del mar, aunque aún sólo sean unos milímetros por año, esta aumentando y para los próximos 100 años es probable que el nivel puede subir entre 9 y 88 centímetros. Esto es motivo de preocupación en muchos países pobres como Bangla Desh, islas del océano Índico como las Maldivas y las del Pacífico y de regiones costeras en el mundo en general. En Europa, Venecia está sufriendo la subida de nivel del Adriático y especialmente el aumento del nivel de las mareas altas. Se pueden presentar muchos más datos científicos sobre el cambio climático pero creo que solamente con ver las noticias diarias sobre fenómenos naturales de huracanes, inundaciones, incendios forestales, etc., es suficiente para preocupar hasta a aquellas personas más escépticas sobre el tema.
Efectos sobre la flora y vegetación
En las circunstancias de un cambio climático relativamente rápido, lo que está ocurriendo y va a ocurrir en las próximas décadas, es un desfase entre los cambios y la capacidad de adaptación de la flora y la vegetación. Este desfase será probablemente la causa de un periodo de extinción masiva y de importantes cambios en las zonas y tipos de vegetación en el planeta. En principio, los modelos de predicción, como por ejemplo el ECHAM-1 del Instituto Max Plank, indican un aumento del uso de la Tierra hacia las zonas polares para la agricultura y la consecuente reducción en la superficie de los bosques boreales. Esta reducción es considerada en los modelos como severa debido a la imposibilidad de migración de estos bosques hacia latitudes más altas. También en las zonas tropicales una subida de sólo 3º de temperatura implicará un cambio drástico, aumentando las áreas desérticas y semi-desérticas en detrimento de los bosques tropicales y subtropicales. En las zonas templadas la vegetación dominante será, en vez de bosque de hoja caduca una sabana de vegetación xérica parecida a la vegetación de la zona subsahariana actual. En este modelo, la biomasa terrestre declinará durante al menos, los dos primeros siglos.
Uno de los graves problemas del cambio climático es el efecto añadido debido a las actividades del hombre en la destrucción y alteración de la vegetación natural. Estas actividades llevan a homogenizar y reducir la variedad de vegetación y a la tendencia a una vegetación más xerófita. La actuación del hombre, sobre la tierra y los cambios climáticos, causará un efecto sinérgico mucho más importante que el de cada uno de estos cambios por sí solos. En estas circunstancias es muy importante mantener la diversidad biológica, no solo por razones altruistas sino también por razones prácticas. Conservar los recursos naturales es fundamental para un uso sostenible actual y como legado a las generaciones futuras, con el fin de hacer frente a éstas predicciones preocupantes si no catastróficas. Los últimos estudios del fondo del mar y de los invertebrados y micro-organismos de los bosques tropicales indican que en este planeta puede haber alrededor de unos treinta millones de especies. Las proyecciones de Lovejoy (el de Gaia) o de Edward Wilson indican que en los próximos 50 años la destrucción causada sólo directamente por el hombre implicará la extinción de un millón y posiblemente hasta seis millones de especies, incluyendo la mitad de la flora terrestre, unas 200.000 especies. Uno de los factores críticos lo constituye la capacidad de los organismos, en este caso las plantas, para adaptarse a las nuevas condiciones, para moverse o para migrar en busca de climas más aptos. El problema para las plantas es fundamentalmente de tiempo, ya que la adaptación vía la selección natural y los procesos de evolución requieren tiempo, normalmente varias generaciones. Posiblemente esto no sería una dificultad para algunas especies herbáceas y anuales pero sí para las especies como arbustos y árboles con un periodo generacional mucho mas largo. La migración presenta dificultades por varias razones incluyendo mecanismos de dispersión y especialmente barreras naturales como océanos, cordilleras de montañas y especialmente por las actividades del hombre, donde enormes áreas dedicadas a la agricultura y al urbanismo son barreras infranqueables que en muchos casos cortan todas las posibilidades de rutas de migración. Puede ser que algunas especies individuales sean capaces de migrar, pero los tipos de vegetación y comunidades enteras, no. Entonces se explica porqué las estadísticas son tan drásticas. Dicen que un 37% de las especies podrían extinguirse dentro del próximo medio siglo, incluyendo el 25% de las especies de aves en Europa y alrededor del 17-20% de las plantas. En África del Sur, uno de los lugares del mundo con más endemismos y más diversidad vegetal, es muy probable que entre un 35-45% de las especies de plantas podrían extinguirse en el futuro. Habría que preguntar ¿es posible salvar representaciones de estas comunidades naturales, recursos vegetales del planeta? ¿Será posible frenar esta ola de extinciones que probablemente ocurrirán en los próximos 50 años?
Es preocupante el hecho de que en muchos lugares del mundo sólo se aplican políticas de conservación in situ de las especies y de la naturaleza en general, como en reservas, parques naturales, parques nacionales etc., que puede ser errónea para el futuro. Estas políticas, que fueron probablemente bastantes acertadas en los últimos 25 años del siglo pasado, cuando fueron detectados los comienzos del cambio climático, no será en el futuro la solución para frenar una gran parte de las extinciones previstas. Hay que pensar que si las reservas, parques actuales, etc. no van a resolver el problema de la conservación de especies, cuáles serían entonces las posibilidades disponibles y qué capacidad habrá para hacer funcionar estas alternativas.
Es difícil pensar que los países, especialmente los mas industrializados (incluyendo la agricultura industrializada) abran rutas de migración y creen reservas para recibir nuevas invasiones de vegetación. Es más bien probable que la nueva vegetación de la Europa cálida y del Norte de América esté compuesta de especies exóticas que actualmente son cultivadas allí como plantas ornamentales y de jardinería.
El papel de los jardines botánicos
Aunque el esfuerzo principal todavía debería ser dirigido hacia la conservación de los recursos naturales in situ hay que considerar seriamente la necesidad de buscar alternativas.
Probablemente la mejor de estas alternativas para mantener los recursos vegetales y una muestra de la biodiversidad existente en este planeta es vía modelos de conservación ex situ. Referente a la flora, obviamente los jardines botánicos entran en el juego. Se estima que en los actuales jardines botánicos del mundo se cultivan unas 80.000 especies de plantas, la quinta parte de la flora del mundo, y de ellas probablemente 15-20 mil son especies amenazadas (el 15-20%) actualmente. Éstas están amenazadas más por las actividades directas del hombre que por el cambio climático y su número puede aumentar dramáticamente en las próximas décadas. ¿Serán estas colecciones las reservas de la biodiversidad del futuro, y el sistema de intercambio de semillas de los jardines botánicos las rutas de migración? Ahora, si se aceptan los datos presentados por algunos especialistas sobre la posibilidad de perder la mitad de las especies vegetales, hay que reconsiderar la situación de los jardines botánicos. En la visión del futuro de los jardines botánicos, presentado el año pasado (2004) en el Congreso Mundial en Barcelona, Jardines botánicos, un valor en alzano se menciona ni una sola vez el tema del cambio climático. Se habla de los castillos, de los palacios, del paisaje urbano y algunas cosas más, pero no se centra en el problema principal: la enorme pérdida de plantas que podría ocurrir en los próximos cien años.
Por otro lado, hay una gran oportunidad de hacerlo. En el mundo existen casi 2.000 jardines botánicos en 150 países y, como dice el documento, sólo los jardines de la Unión Europea tienen más de 2.500 investigadores. Con esta base se puede, desde los jardines botánicos, plantear un gran proyecto para la conservación de los recursos naturales, de las especies vegetales silvestres, las especies no estudiadas, las plantas medicinales tradicionales, las especies claves en los sistemas ecológicos y las especies con nichos ecológicos muy específicos más vulnerables en los ecosistemas, por ejemplo las epifitas. Se pueden promocionar actuaciones a un nivel local, las cuales de forma acumulada podían tener un resultado global (hay que volver siempre a la frase de “pensar globalmente pero actuar localmente”). Quizás hay que renovar completamente algunos conceptos de cuales son las especies amenazadas más importantes y añadirlas a los programas de conservación ex situ.
No se sabe en la gran mayoría de los casos como van a responder las plantas al cambio climático, pero cuando, para recolonizar el Llano de Ucanca en Las Cañadas, la retama del Teide, han tardado 40 años en condiciones muy favorables, no se puede ser optimista sobre la posibilidad de una rápida adaptación natural. Si pensamos en los ecosistemas locales que podrían ser más afectados o más amenazados inicialmente, las comunidades costeras y las de alta montaña por ejemplo, o los bosques de alta diversidad biológica, hay una gran posibilidad de empezar a actuar localmente con un efecto acumulativo global. En los jardines botánicos existe una gran capacidad de cultivar plantas vivas, ahora más que nunca todos los argumentos para el establecimiento y desarrollo de los bancos de germoplasma y de ADN son favorables. Pero hay que ampliar los horizontes. En España (con Italia y Grecia) está la gran riqueza de la biodiversidad europea, pero en Hispanoamérica y África está la gran parte de la riqueza mundial de la biodiversidad. Hay que explorar mucho más la posibilidad de cooperación entre los jardines de España y Portugal y los de América del Sur y Central, así como de África. Esta cooperación pude ser en la forma de ayudar con asesoramiento y transferencia de tecnología moderna para extender el modelo de las redes de bancos de germoplasma establecidas en España (REDBAG), Macaronesia (BASEMAC) y en la Unión Europea (ENSCONET) a los países de estos dos continentes. Con una política en común será posible acumular, en bancos de germoplasma una riqueza de biodiversidad enorme. Los jardines botánicos de España han participado a fondo en el desarrollo de la Estrategia Mundial para la Conservación Vegetal donde los países participantes en el Convenio sobre la Biodiversidad se comprometen, entre otras cosas, al objetivo de obtener el 60% de las especies de plantas amenazadas en colecciones ex situ para el año 2010. Como se demostró en el Congreso Mundial de Jardines Botánicos celebrado en Barcelona en el 2004, los jardines de la Asociación Ibero-Macaronésica de Jardines Botánicos han sido líderes durante los últimos 10 o 15 años en la modernización del concepto del jardín botánico y debemos intentar continuar en esta línea, sentarnos alrededor de una mesa y desarrollar una estrategia y un proyecto modelo para el papel de los jardines botánicos frente al gran reto del cambio climático.