El eje vertebrador del
trabajo que ahora se
expone, lo compone el
material más importante editado
en esos años, que comparte,
además de la temática,
algunas características generales
en su contenido (presencia de
importante material fotográfico,
gráficos explicativos, dibujos de
plantas de viviendas, etc.). Consideramos
de suma importancia
el hecho de que, con posterioridad,
se convirtiesen en los referentes
principales de los estudios
realizados en este terreno y de
los que continúan desarrollándose
hasta la actualidad.
Sin embargo, con anterioridad
a la década que nos ocupa aparecen
tres trabajos que merecen
ser tenidos en cuenta por su
importancia. En 1953, la Revista
Nacional de Arquitectura, en su
número doble dedicado a las
Islas Canarias (núms. 140-141),
publicaba el artículo “El futuro
de la arquitectura canaria” del
arquitecto Alberto Sartoris, en
el que repasaba anteriores publicaciones
que habían tratado el
tema de la arquitectura tradicional
en Canarias, incidiendo
en el hecho de que no por ello
salía de la sombra en que había
estado hasta esos momentos. El
alegato que desarrolla a lo largo
de su discurso se refiere a todo
el arte producido en las islas a lo
largo de siglos, aunque atiende
fundamentalmente a esta arquitectura,
inclinándose por buscar
sus orígenes y, al tiempo, ver
como se adapta y evoluciona
en nuestro territorio.
En 1967 aparecía de manos de
José Pérez Vidal otro extenso
artículo: “La vivienda canaria.
Datos para su estudio”, en él
explicaba: “No existe un estudio
general de la vivienda insular.
Apenas si se han publicado algunos
apuntes sobre la casa regional
urbana del llamado estilo
canario. (...). Aquí con estas
notas, no se trata de remediar
tan lamentable falta: el propósito
se limita a aportar un
conjunto muy irregular y desproporcionado
de datos para el
deseado estudio”. Hacía hincapié,
dentro de sus observaciones
generales, en dos aspectos
que creía fundamentales al estudiar
las influencias que había
tenido para su conformación
la vivienda canaria: la variedad
arquitectónica como consecuencia
de la concurrencia en
el archipiélago de muy diversas
corrientes culturales y la adaptación
al medio geográfico isleño,
teniendo en cuenta tanto la ubicación
de los inmuebles en el
territorio como la utilización
de materiales existentes. Ambos
aspectos, se presentaban reflejados
con una intensidad diferente,
dependiendo de que el
tipo o tipos analizados se ubicasen
en la ciudad o en el campo.
Además, el estudio se completaba
con un “análisis” de ciertas
tipologías que creía conformaban
la arquitectura popular,
señalándolas bajo la denominación
de “viviendas elementales”:
la cueva habitación, la
choza, la casa pajiza3; también,
existía un epígrafe dedicado a
los fenómenos de implantación
y otros dedicados a la casa rural,
por un lado, y a la casa urbana,
por otro. En estos dos últimos
puntos, es significativo el hecho
de que en la vivienda rural
no nombra las haciendas, sino
los tipos más populares, y, en
la vivienda urbana, no cita los
casos más sencillos pertenecientes
a las clases menos pudientes
de la ciudad, sino todo lo contrario,
resaltando ciertos elementos
que las constituyen
sobre otros, como por ejemplo
el balcón.
En este mismo año, aparece
el primero de los estudios de
Adrián Alemán de Armas,
investigador que se convertirá
posteriormente en una importante
referencia para todos aquellos
que se han interesado en
este tema, por ser además, uno
de los defensores más destacados
de nuestro patrimonio arquitectónico,
particularmente el de
esta isla, y sus obras se han convertido
en fuente de referencia
ineludible para todos los que nos
interesamos por la arquitectura
tradicional. Su artículo “Elementos
constructivos y ornamentales
de la arquitectura en
Canarias” fue presentado en el
III Congreso de Arquitectura
Típica Regional de Córdoba,
abordando los elementos constitutivos
de esta arquitectura;
también, los factores que creía
habían influido en su conformación
y anotando los materiales
más utilizados comúnmente.
Siete años después, en 1974,
se publica Lanzarote: arquitectura
inédita, de, entre otros autores,
César Manrique, en un
momento en que la actividad
turística proporcionaba a la isla
una nueva realidad. Lanzarote
miraba hacia el exterior para salir
de su “aislamiento”. Al tiempo,
se daba la espalda a todo lo
que representaba la arquitectura
tradicional y el anclaje al
pasado. En este contexto, y en
total comunicación con su creación
como artista, promueve una
acción totalmente opuesta: valorar,
dar a conocer, proteger este
patrimonio y denunciar las atrocidades
cometidas. Éste, precisamente,
es el fundamento de
esta obra y la imagen fotográfica
en blanco y negro se convierte
en el vehículo principal de su
mensaje, por encima de la palabra
y su función de denuncia
frente a su posible desaparición.
En 1975, se editaba otra investigación
de Adrián Alemán, la
primera obra que en su totalidad
giraba en torno al análisis de
la vivienda tradicional popular
rural, así como su imbricación
con el paisaje circundante, centrándose
en una de las poblaciones
hasta entonces menos
conocidas de nuestra geografía
isleña: Masca. Su abrupto paisaje
adaptado a las necesidades fundamentalmente
agrícolas de sus
habitantes define el lugar, condicionando
la investigación. No
se limitó únicamente al examen
individual de cada inmueble. Se
fijó en cada casa como parte de
un conjunto, como caserío con
unas peculiaridades determinadas;
además, su realidad territorial, ya
mencionada anteriormente, dio
lugar a que se hablase de un
paisaje construido, distinto del
creado por la propia naturaleza
y con una función clara: transformar
el limitado e inclinado
terreno del lugar para obtener los
máximos rendimientos posibles.
Un año después aparece otra
obra suya, esta vez basada en
el estudio de un importante
núcleo urbano: La Laguna. De
nuevo, radica gran parte de
su interés en la inclusión de
planos y dibujos que aportan
mayor claridad a sus explicaciones,
complementan el texto
caracterizado por el uso de un
importante vocabulario específico de la materia propio de
su formación como aparejador
e historiador, aspecto al que ya
se había acercado Pérez Vidal
unos años antes en el citado trabajo.
Dentro de su estudio de
la arquitectura doméstica resultan
definitivos dos de sus capítulos.
El primero, centrado en el
análisis de los tipos de viviendas,
entre ellas la popular, y, el
segundo, en los materiales y las
formas de construir (cimentaciones,
paredes maestras, etc.)
vinculando su existencia a la
organización del espacio urbano
original y a su transformación a
lo largo del tiempo.
También en esta década, aunque
formando parte de estudios
mucho más amplios sobre todo
el territorio español, salían a la
luz en varios tomos las obras
de Luis Feduchi: Itinerario de
la arquitectura popular española10;
Carlos Flores, Arquitectura popular
española; y, en 1976, la de J.
Claret Rubirá Detalles de arquitectura
popular española. Esta última
en un único volumen, siendo
importante señalar que sus aportaciones
no resultan destacables
para el estudio de la arquitectura
popular ni de esta isla ni del
resto del archipiélago.
En el trabajo de Feduchi, la
sección dedicada a las islas se
encuentra en el tomo cuarto,
titulado “Los pueblos blancos”.
En concreto, su discurso se
expone teniendo como base la
existente división en dos provincias,
presentado la información
sobre ambas en una muy general
introducción a la que sigue un
variado repertorio fotográfico
en blanco y negro que “muestra”
algunos de los casos más
representativos de esta arquitectura.
Sin embargo, en general, al
igual que sucede con la obra de
Carlos Flores, las imágenes que
ilustran su discurso se ciñen a las
viviendas, en particular, o caseríos,
en general, siendo puntuales
los ejemplos, en los que se
muestran otras construcciones
que también son importantes,
como un horno o un lagar, pero
no hay señales de otras (goros,
aljibes, etc.), siendo más abundantes
los detalles referidos a
ciertos elementos, como ventanillos
o chimeneas, entre otros.
Sin embargo, con ello no pretendemos
restar importancia a
las existentes puesto que, casi
treinta años después, muchos de
estos ejemplos nos sirven para
hacer parte del balance sobre
la salud de esta arquitectura
en esta isla o en el resto del
archipiélago. Muchas han desaparecido
y otras han sido transformadas,
con mejor o peor
suerte, para adaptarlas a las necesidades
actuales.
En el caso de Arquitectura popular
española el bloque dedicado
a Canarias se encuentra en el
tomo V, siendo destacable el
hecho de que la información
presentada fue resultado de la
investigación de un equipo
canario de arquitectos, arquitectos
técnicos e historiadores, por
tanto con características interdisciplinares,
encontrándose entre
ellos el propio Adrián Alemán,
del que se toman algunos esquemas
relativos a las casas de Masca,
su ubicación con respecto al
terreno en que se emplazan, su
distribución y evolución; esquemas
presentes ya en su libro
sobre este núcleo. En general,
será protagonista la arquitectura
rural frente a la urbana. Encontramos
así, que es un estudio
parcial, tanto por lo ahora dicho
como por el hecho de no atender
a todos los tipos de vivienda
ubicados en estas zonas sólo
nombradas o desarrolladas de un
modo sucinto, debiendo destacar
que se centra principalmente
en las que presentan cubierta de
teja y, particularmente, en ciertos
elementos como en el desarrollo
de la actividad agraria.
Con respecto al material fotográfico, debemos decir que, en
principio, posee características
similares al de Feduchi, aunque
se introducen por primera vez
algunas fotografías en color
junto al material en blanco y
negro.
El libro de Fajardo Arquitectura
tradicional de Tenerife, es una muestra
más de lo que hasta ahora
se viene diciendo. Se ocupa de
la arquitectura popular en uno
de sus epígrafes sin ser ésta su
protagonista, pero es importante
destacar que al tratarla no se
ocupó solamente de la vivienda
como centro de su discurso, considerando
que: “(...), está condicionada
por las necesidades
que imponen las labores agrícolas,
convirtiéndose en complejo
laboratorio multifuncional.
Conviven en ella: (...), el silo,
la bodega y la cuadra, constituyendo
el conjunto la unidad
polivalente capaz de adaptarse
en cualquier momento a nuevos
usos”. Recupera así parte del
discurso empleado con anterioridad
por Adrián Alemán en
su “Elementos constructivos...”,
del que ya se ha hablado.
En 1978, bajo el título Arquitectura
doméstica canaria, apareció de
manos de Fernando G. Martín
Rodríguez14 la primera monografía
dedicada en su totalidad
al tema de la vivienda en el
archipiélago, siendo posteriormente
considerado como una
auténtica definición de la arquitectura
fundamentalmente tradicional
hecha en las islas, frente a
otros calificados en su momento
de más epidérmicos y de signo
folklórico. No configura un
estudio estrictamente compartimentado
de la vivienda en cada
una de las islas, sino que éste es
realizado desde una óptica más
general atendiendo a una definición
tipológica de esta arquitectura,
resultando particularmente
interesantes para el tema que
nos ocupa los relacionados con
el concepto propiamente dicho
de arquitectura popular. Formando
parte del primero de
sus capítulos, más concretamente
dentro de los condicionantes y
características de este tipo de
arquitectura se exponen las
diferencias entre la arquitectura
culta y la popular. Nos parece
particularmente interesante, ya
que incluye en la primera ciertos
componentes de la segunda,
resultando así la culta más creativa
y original. Este interés por
definir la arquitectura tradicional
de nuestras islas, se refleja
igualmente en una entrevista
realizada a Julio Fajardo con
motivo de la publicación de su
libro Arquitectura tradicional de
Tenerife, que ha sido comentado
anteriormente. También ahondaría
en este punto José M.
Alonso Fernández-Aceytuno,
exponiendo igualmente la diferenciación
existente entre arquitectura
tradicional de signo culto
y popular; sin embargo, la novedad
que nos presenta este autor
es que incluye en su obra la
problemática que existe entre la
popular de corte tradicional y la
reciente, que inauguraba entonces
una nueva tradición, dando
lugar a cambios significativos y a
nuevas valoraciones. Además, el
mismo Fernando Martín Rodríguez
volvería a referirse, tiempo
después, a este tema aludiendo al
valor dado a la vivienda canaria
gracias al cual había sido recuperada
obteniendo la importancia
que tanto merecía.
En 1979 aparece publicado por
el Colegio de Arquitectos de
Canarias el libro de José M.
Alonso Fernández-Aceytuno,
autor citado ya con anterioridad.
Su título Estudio sobre arquitectura
popular. Fuerteventura (Islas
Canarias)19. Resulta una obra
sumamente interesante, siendo
importante tanto el punto de
vista del autor, como el del
propio fotógrafo que tiene su
propio espacio que dedica a
comentar la experiencia que ha
resultado de este trabajo, destacando,
al tiempo, la importancia
de estas construcciones. Como
ya hemos dicho, el papel que
se da a la arquitectura popular,
ya sea de signo tradicional o
más moderno, es muy importante,
destacando el análisis de
las modificaciones habidas en los
inmuebles para adaptarlas a las
nuevas necesidades de la sociedad
(existencia de garajes, de
habitaciones con función diferentes
a las de dormir o comer,
etc.), sobre todo a partir de la
segunda década del siglo XX.
Asimismo, también resulta significativo la plasmación de las
nuevas lecturas hechas por el
pueblo a partir de la transformación
de las antiguas viviendas,
adaptadas igualmente a esas
necesidades citadas. De gran
interés resulta el estudio realizado
a otras tipologías arquitectónicas
populares con función
diferente a la de la vivienda,
como es el análisis de los distintos
tipos de abrigos pastoriles.
En cuanto al papel de la imagen
en estas publicaciones, debemos
señalar, una vez más, el hecho
eje principal de las mismas.
Nos referimos a las obras de
Mª Carmen Fraga González, La
arquitectura mudéjar en la Baja
Andalucía y en Canarias; y la
de Alfredo Herrera Piqué, La
ciudad de Las Palmas. Noticia histórica
de su urbanización.
El primero, estudia en dos volúmenes
las influencias mudéjares
existentes en la arquitectura
canaria y su persistencia a lo
de que las fotografías adquieren
una importancia tan destacable
como el de la palabra, no es algo
que la acompaña sin más, como
tampoco lo hacen los esquemas
que explican la evolución de las
viviendas a lo largo del tiempo,
las diferentes tipologías existentes
de éstas o de otras arquitecturas
populares, etc. Realmente,
adquieren un doble valor: complementan
la teoría expuesta y,
con el tiempo, se convierten en
documento histórico de gran
importancia, ya que muchas
construcciones hoy han desaparecido
y otras han sido transformadas,
como hasta ahora se
ha podido comprobar en gran
número de ocasiones.
Además de los libros recién
comentados, a finales de esta
década aparecen dos publicaciones
en las que se hace referencia
a este tema, aunque no es el
largo del tiempo, teniendo como
base la tradición arquitectónica
que, con anterioridad a la conquista,
dominaba ya en el territorio
hispano de la Península
Ibérica, preferentemente la Baja
Andalucía, y que, posteriormente,
pasaría a las islas para
mezclarse con otras aquí presentes
de manos de los extranjeros
o de la población procedente
de otros lugares de la Península
asentados igualmente en nuestro
territorio. Precisamente, en
la valoración crítica hecha a su
obra se reflejó negativamente
el hecho de que en esta obra
no se hubiesen tenido en cuenta
estas otras influencias. Además, en
cuanto al tema que nos ocupa,
tan sólo en el epígrafe dedicado
a la arquitectura civil -dentro del
segundo volumen en el tercer
capítulo, que se tituló: “El pueblo
y la arquitectura mudéjar”-, la de
signo popular no ocupa un lugar
importante ciñendo su referencia
a la arquitectura de signo
rural, ya que el resto de su relato
esta centrado en las viviendas
urbanas de signo más culto.
Por su parte, la obra de Herrera
Piqué aborda, en diferentes
puntos de la misma, la arquitectura
tradicional en general y su
evolución a lo largo del tiempo,
denominándola colonial, dedicando
menor importancia a la
de corte popular existente en
la ciudad de Las Palmas desde
su fundación hasta el siglo XX,
haciendo hincapié, en la de
los momentos fundacionales,
en la presencia de los elementos
góticos propios de la
época y su continuación en
construcciones levantadas posteriormente.
Es importante
destacar en este libro la prolongación
de su estudio hasta
la década que estudiamos en
este artículo, pues conocemos
más sobre la evolución que ha
tenido la arquitectura popular
de esta ciudad y su perfil en
los nuevos barrios creados por
las necesidades poblacionales en
cada momento.
Con posterioridad, durante los
años ochenta y los noventa, al
contrario de lo que se podía
pensar en principio, en general
no ha existido una gran profusión
de amplias y profundas
investigaciones que ayuden a su
mejor conocimiento y conservación.
Los libros que a este
tema se han dedicado no suelen
abordar realidades generales de
una isla, sino de ciertos lugares
en concreto. Con frecuencia
se han publicado artículos que
presentan una mayor especificidad,
es decir, que, o bien han
hecho un repaso general a la
misma o se han ocupado de
aspectos concretos (ciertas tipologías,
materiales, etc.), apareciendo
en revistas especializadas,
congresos, homenajes, artículos
en prensa, etc., o, también, en
enciclopedias con temática específicamente canaria. En este sentido
pensamos, que muchos de
los trabajos que la han abordado,
se han realizado teniendo
como punto de referencia principal
la geografía del paisaje o
la humana, atendiendo a la ocupación
del territorio, a los tipos
de poblamiento, etc., poniendo
su acento en ideas de corte
fundamentalmente determinista
frente a las de otra índole. Ellos,
de gran importancia para nuestra
arquitectura popular, serán
tratados en futuros artículos que,
sobre este tema, se realicen en
esta revista con el objetivo de
darlos más a conocer, ya que son
de gran importancia para ahondar
mejor en los conocimientos
de la cada vez menos abundante
arquitectura popular de signo
tradicional existente en nuestro
archipiélago.